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CAPÍTULO 3

Otros usos y comparativas del vino

El uso del vino  trasciende el placer gastronómico; es –y ha sido– mucho más que un producto que bebemos para deleitarnos el paladar. Desde sus inicios, el vino se utilizó en rituales religiosos como ofrenda para deidades y como ingrediente mágico. Además, los médicos lo usaban a modo de pócima curativa y confiaban en él como remedio para muchos males, hasta épocas más cercanas de lo que creemos.

Desgraciadamente, el vino también se emplea mal, para su desgracia y la de quien lo consume de ese modo. Desde hace siglos, algunos están únicamente interesados en sus efectos psicoactivos e intoxicantes, movidos por un hedonismo malentendido y desenfrenado que probablemente oculte una necesidad de apagar fuegos internos y curar heridas del alma.

Pero el vino tiene más usos. Es un preciado (y precioso) objeto de colección. De entre los que así lo consideran y utilizan, los más avispados consiguen extraer de él un gran beneficio económico: es un objeto de inversión, un valor al alza que les reporta una gran rentabilidad. Estos aficionados y coleccionistas tratan el vino como si fuera un bien bursátil más.

Las comparativas son otro de los campos que cubre este capítulo. Esta búsqueda de diferencias y semejanzas ayuda a contextualizar y comprender el vino desde diferentes perspectivas: ¿Se obtienen de igual modo las uvas para el vino que el arroz para el sake? ¿Se vende igual un vino que una cerveza? ¿Puedo publicitar un vino como si fuera un refresco? ¿Se conserva igual el vino que otras bebidas?