Estamos realizando tareas de mantenimiento.

En unos momentos la web volverá a funcionar con normalidad.

CAPÍTULO 6

Crianza

La crianza del vino, un paso habitualmente posterior a la fermentación, es el eje sobre el que pivota este capítulo: el proceso al que se somete un vino joven, repleto de energía y a menudo algo desmedido, para acompañarlo y educarlo en su camino hacia el reposo, la complejidad y el tan codiciado equilibrio. En definitiva, su paso a un vino adulto. Y es que la palabra «crianza» proviene del término «criar» (instruir, educar y dirigir), cuyo objetivo es —en el caso del vino— el de modificar su aroma y su sabor. Suavizarlo, redondearlo y conseguir que se convierta en algo delicioso. Sin embargo, no todos los vinos se crían igual o están preparados para dar este salto y salir airosos del proceso de maduración. Por eso, también explicaremos qué debe tener un vino para desarrollar una buena crianza.

Este capítulo pone el foco en la herramienta más reconocida y esencial hasta hoy día para la crianza: la barrica de roble. Para hacerlo, iremos al origen, y profundizaremos en nuestro conocimiento de la madera de roble, así como de posibles alternativas.

Conscientes también de la evolución de las herramientas de crianza, repasaremos algunas técnicas que pretenden imitar y mejorar en tiempo y precio el uso de la barrica, y que son cada vez más empleadas en la industria del vino, como los chips de madera y la microoxigenación.